La Corte Interamericana de Derechos Humanos no se va a pronunciar sobre las polémicas declaraciones Eugenio Zaffaroni. El ahora juez de este cuerpo de la Organización de Estados Americanos (OEA) dijo varias veces que desea que el gobierno de Mauricio Macri termine "lo antes posible". La Corte Interamericana tampoco va a emitir públicamente una opinión sobre el pedido formal ante el organismo que dijo que iba hacer el ministro de Justicia Germán Garavano para que sea desplazado.
A lo sumo, la Corte maneja estos asuntos internamente y en la práctica, "protege" a sus miembros. Lo que podría hacer es corresponder con una respuesta directa a la administración argentina si lo considerara necesario.
Hay otro dato: los jueces de la Corte son elegidos por los Estados miembros de la OEA en Asamblea General del organismo americano que se hace una vez al año. Estos son elegidos por cinco años, renovables por cinco más. Por ello, muchos interpretan que las movidas del Gobierno para desplazar a Zaffaroni son más bien intentos de presionarlo para que renuncie. Que lo echen es casi imposible o muy difícil. Y por otra parte los jueces deben eximirse de casos que atañen a sus países de origen. No obstante en privado siempre emiten su opinión.
En los organismos de la OEA como la Corte o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no se recuerda alguna renuncia. También alguna crítica pública como la de la CIDH al comisionado venezolano Freddy Gutiérrez Trejo, efectuadas en Oaxaca, México, en febrero de 2005. Entonces justo era secretario ejecutivo de la CIDH el argentino Santiago Canton -hoy secretario de derechos humanos de la provincia de Buenos Aires. Gutiérrez lo que había hecho fue criticar al cuerpo del que era parte en público por la resolución de un caso investigado en México. Pero nadie se recuerda un despedido ni de la Corte ni de la CIDH.
"¿Que se vayan antes? Sí, que se vayan en 2019, si es que llegan…" ha dicho nuevamente Zaffaroni, que ahora es investigado por el juez Ariel Lijo para determinar si cometió el delito de "apología del crimen".
El ultrakirchnerista ex juez de la Corte Suprema de Justicia asumió en la Corte Interamericana el 1 de enero de 2016. Fue una larga batalla en los meses previos a las elecciones presidenciales de 2015. Allí varias organizaciones buscaron impugnarlo, por un lado por su apoyo a la última dictadura militar argentina y por sus polémicas opiniones en casos de abuso sexual o también porque numerosas de sus propiedades fueron alquilados como locales para la prostitución.
Lo cierto es que Zaffaroni no sólo tiene amigos en la Corte, como Roberto Caldas, brasileño y miembro desde 2013. Cultivaron la relación en toda la era Lula da Silva-Dilma Rousseff en alianza con la gestión K. Caldas presidió el organismo hasta fines de 2017, y al igual que la CIDH fue blanco de algunos cruces del gobierno de Macri con el caso por la detención de Milagro Sala y la muerte de Santiago Maldonado. Allí Zaffaroni influyó enormemente junto a otras figuras kirchneristas como el periodista Horacio Verbitzky. Caldas y Zaffaroni fueron los únicos que votaron recientemente contra el referendum que quiso hacer en Ecuador el presidente Lenin Moreno.
Por otra parte, Zaffaroni es en la corte una suerte de "celebridad", muy popular, supo Clarín en conversaciones con periodistas que cubren esos temas. Los jóvenes buscan fotografiarse con él y el caso de sus dichos sobre Macri no han repercutido como sí en la Argentina.
Hoy la Corte está presida por el mexicano Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot y la conforman Humberto Antonio Sierra Porto (Colombia); Eduardo Vio Grossi (Chile), Elizabeth Odio Benito (única mujer y de Costa Rica), Eugenio Raúl Zaffaroni (Argentina) y Juez, Patricio Pazmiño Freire (Ecuador).