El último informe del banco Morgan Stanley a sus clientes (“Argentina 2.0: Upside and Risks”) elogia el rumbo de la política económica de la gestión Macri, orientado tras la devaluación a achicar el déficit fiscal y reducir el desequilibrio del sector. Pero alerta sobre la incertidumbre que genera en los inversores externos el panorama político: “han comenzado a poner el foco más en los riesgos políticos y en la posibilidad de que exista un cambio drástico en la dirección de las políticas después de las elecciones de octubre de 2019”, advierte.
“Con un tipo de cambio más estable y la actividad económica cayendo abruptamente, no sorprende que los riesgos políticos estén ocupando el centro de la escena”, dicen los analistas del banco de inversión norteamericano. “El descontento social ha crecido y, en base a las encuestas, la imagen del Gobierno ha caído a los menores niveles desde que llegó al poder. La confianza del consumidor también está en los menores niveles en 4 años, incluido el componente de expectativas del índice”, agrega el informe.
La paradoja es evidente. Los mercados le piden al Gobierno que aplique a rajatable el ajuste pactado con el FMI para achicar el déficit y los desquilibrios de la economía argentina. Dicen que esa es la única forma de recuperar la confianza y que los capitales vuelvan a ingresar. Pero al mismo tiempo reconocen que el ajuste en un contexto recesivo debilita al Gobierno, lo cual abre interrogantes sobre su continuidad en el poder, y esa incertidumbre política es la que ahuyenta en el presente a los inversores. Un callejón del que no es fácil salir. Sobre todo si al final de ese callejón aparece la figura de Cristina Kirchner. Para el Gobierno puede ser la adversaria perfecta en términos electorales –Macri parece conocer la fórmula de dividir al peronismo para derrotarla—, pero ese panorama político no ayuda en términos económicos para recuperar la confianza de los inversores.
“El desafío para la administración Macri es mejorar la confianza mientras avanza con el necesario ajuste fiscal, un equilibrio delicado. No sorprende que los observadores de la Argentina hayan comenzado a poner el foco más en los riesgos políticos y en la posibilidad de que exista un cambio drástico en la dirección de las políticas después de las elecciones de octubre de 2019”, afirma el documento.
Ante semejante dilema, los economistas de Morgan Stanley tratan de bajarle el tono a los temores que entre sus clientes, grandes fondos de inversión: “Si bien pensamos que focalizarse demasiado en los resultados de la elección de 2019 en este momento tal vez sea engañoso –todavía falta mucho tiempo y toda clase de eventos puede modificar el humor de los votantes—estamos de acuerdo que mirar el panorama político es importante. Así como la recesión afecta el humor social, es importante observar si hay tensiones dentro de la coalición gobernante y si la oposición puede capitalizar la debilidad del Gobierno. Hasta ahora, la oposición se mantiene fragmentada y no hay señales de que esto pueda cambiar en el corto plazo. También vale la pena monitorear de cerca la respuesta social al ajuste, que puede volverse ruidosa en algún momento”.
Si bien el reporte, fechado el 1 de agosto, no considera el impacto de los “cuadernos K o Gloriagate”, el combo recesión, protesta social y fantasma de Cristina asusta cada vez más a los inversores que miran de lejos a la Argentina.