"Esperemos que no se cumplan los pronósticos del FMI", suele contestar Nicolas Dujovne a sus colegas de Gabinete, cada vez que le preguntan sobre los números de la economía para el año electoral. Macri pone por estos días a su ministro de Hacienda en una situación incómoda: explicar en las reuniones de Gabinete cuáles son los escenarios de salida de la recesión para 2019. La posicion de Dujovne es difícil porque hoy la credibilidad del ministro flaquea ante sus propios compañeros de Gabinete, que lo han escuchado en el último año pronosticar escenarios desvirtuados una y otra vez por la realidad.
Para colmo, los pronósticos oficiales ahora chocan con las proyecciones del propio FMI. En el staff report del organismo –elaborado por el equipo de economistas encabezado por el italiano Roberto Cardarelli– se pronostica una caida del PBI para este año de 2,8% y una nueva caida de 1,7% para 2019. Esas proyecciones, se aclara en el propio informe, son mucho peores que el peor escenario que había imaginado el Fondo para Argentina en junio, cuando se firmó el primer acuerdo. Entonces, en el "escenario adverso" los técnicos del FMI pronosticaban una caida de 1,3% este año y cero de crecimiento para 2019. Y esa proyección contrastaba con el "optimismo" de Dujovne que insistía con un "escenario base" de 0,4% de crecimiento para este año y 1,5% para el año próximo.
Ahora, los burócratas del Fondo comandados por Cardarelli prefieren cubrirse y en el staff report advierten sobre todos los riesgos que presenta la economía argentina. En particular, que la profunda recesión ponga en jaque las chances electorales de Macri en 2019. Lo dicen así: "mantener el apoyo social y político para las autoridades al ajuste propuesto probablemente se torne difícil, particularmente cuando (como se espera) la recesión económica se profundice. Este riesgo está exacerbado por el hecho de que habrá elecciones nacionales en octubre de 2019".
También insisten con los problemas de sutentabilidad de la deuda pública si el Gobierno no logra recrear la confianza y refinanciar una buena parte de los vencimientos en el año electoral. "Los indicadores del peso de la deuda han empeorado desde el pedido del primer programa (con el FMI), más allá de lo previsto en el escenario adverso. La deuda pública llegará a un pico del 81% del PBI hacia el final de 2018…Hay riesgos significativos al escenario base (que supone una reducción gradual del peso de la deuda hasta 2023)…entre los que se incluyen la posibilidad de que el previsto regreso de la confianza de los mercados no se materialice; la estructuralmente alta proporción de deuda denominada en dólares; y los potenciales pasivos contingentes del sector público en todos sus niveles", advierte el documento. E insiste con una frase que se repite varias veces: "En general, la evaluación del staff es que la deuda se mantiene sustentable, pero no con una alta probabilidad".
Es claro que los economistas del Fondo prefieren cubrirse por si acaso este segundo acuerdo con Argentina también fracasa, y dejan en evidencia que el renovado apoyo del FMI al gobierno de Macri parte de una decisión política del Directorio del organismo, en el que la administración Trump tiene la última palabra.
Volviendo al escenario electoral de 2019, el problema de las proyecciones del FMI es el sólo la cifra de caida de la economía de 1,7% el año próximo. Para llegar a ese número, el staff prevé un errumbe del consumo privado, como consecuencia de la fuerte ajuste del salario real: caería 9,9% este año y 4,5% el próximo. La evolución del consumo es lo que impacta en el corto plazo en el humor social, lo que se percibe como una mejora o un deterioro del bienestar social, lo primero que se siente en el bolsillo. También se reduciría fuertemente la inversión, con su impacto negativo sobre el empleo: 7% y 9,5%, respectivamente. A lo que se suma el efecto contractivo del ajuste fiscal sobre el consumo público y la obra pública, otra de las variables claves en un año electoral. En los pronósticos del Fondo, sólo las exportaciones jugarían un rol expansivo, ya que después de una caida de 5,9% este año, crecerían 7,7% el año próximo, de la mano también de la mayor cosecha agrícola.
Con semejante composición de la "demanda agregada", es evidente que si se cumplen las proyecciones del Fondo es imposible que el año próximo la recuperación económica que podría darse en el segundo semestre llegue a la calle.
El pronóstico de Dujovne es mucho más optimista. Y lo dejó escrito en la carta de intención que sella el nuevo acuerdo con el Fondo. "El restablecimiento de la estabilidad macroeconómica y la trayectoria descendente más rápida de nuestra relacion deuda-PBI restaurarán la confianza y eventualmente resultará en una recuperación en forma de V a partir del segundo trimestre de 2019", asegura. "Reflejando la recuperación en forma de V que esperamos, el crecimiento se recuperará a 8,5% interanual en el cuarto trimestre de 2019", agrega.
Un pronóstico del que hoy desconfían hasta los propios ministros de Macri. Primero, porque es una apuesta con poco margen para el error: la idea de que la economía despegará justo en los meses de la elección decisiva. Pero más importante aún, porque una cosa son las estadísticas y otro es el humor de la calle. Efectivamente, tal vez la economía pueda crecer al 8% en el cuarto trimestre de 2019 (octubre-diciembre), porque se estará comparando con el mismo trimestre de este año que marcará el fondo del pozo de actividad. Pero eso no significa que, aún en ese escenario, ese repunte se vea reflejado en una fuerte reactivación del consumo que mejore el humor social.
En todo caso, la duda es si, dadas las estrictas metas acoradas con el FMI, la gestión Macri tendrá margen en plena campaña electoral para volcar dinero a la calle ya sea vía créditos para el consumo, plus salariales por fuera de la ley de movilidad y obra pública, entre otros instrumentos que se utilizaron durante la campaña electoral de 2017 para que la llegada del segundo semestre –una vez más– se perciba en los bolsillos. Y sobre todo, como dice Dujovne, habrá que esperar que no se cumplan los pronósticos del FMI.