Qué hay detrás del plan “platita licuada”: la verdad de cómo se financiará

El Gobierno anunció medidas para compensar la pérdida de poder adquisitivo tras la disparada en la tasa de inflación. El costo fiscal será de $185.000 millones (0,26% del PBI). Incluye un bono de $12.000 para jubilados y pensionados (que cobren hasta 2 haberes mínimos) y 18.000 para monotributistas (categorías A y B), trabajadores informales y para trabajadores de casas particulares.  

El nuevo impulso fiscal es la respuesta del Gobierno ante la adversidad. Tras derrota en las elecciones PASO en agosto de 2021, lanzó el “Plan Platita” para intentar revertir el revés electoral. Ahora, el “enemigo” es la inflación que se combina con una interna política feroz dentro del Frente de Todos. Esto obligó a Alberto Fernández y Martín Guzmán a anunciar un nuevo estímulo fiscal para compensar el deterioro del poder adquisitivo en el bolsillo de jubilados y pensionados, monotributistas y trabajadores informales (Plan Platita 2022).

Guzmán remarcó que esta expansión fiscal no implicará un desvío de la meta de ajuste fiscal pactada con el FMI (2,5% del PBI de déficit fiscal primario). Además, el Ministro adelantó que se cumplió con la meta de déficit fiscal para el primer trimestre de 2022. Acumuló 0,25% del PBI, respecto al 0,32% del PBI firmado en el acuerdo.

Los trabajadores informales, monotributistas de las categorías A y B y trabajadores de casas particulares, recibirán un bono de $18.000 -en dos cuotas-. A los jubilados y pensionados (que perciben hasta 2 jubilaciones mínimas -$ 63.860-) se les otorgará un bono $12.000 (en 1 cuota), que complementa el bono de $6.000 de abril.

Además, el Gobierno impulsa un impuesto a las “ganancias inesperadas” para empresas con ganancias netas imponibles superiores a los $1000 millones en el año. Sobre este impuesto no está claro a cuantas empresas estarían alcanzadas por impuesto, cuál sería la recaudación potencial. Además, debería pasar por el Congreso para ser aprobado y en el propio Gobierno admiten que no hay chances de que ello suceda. Por lo cual, toda la financiación del bono recaerá en la mayor inflación prevista para este año y en el ingreso extra que aportan las retenciones a las exportaciones, con la soja arriba de los U$S 600 la tonelada.

El “Plan Platita 2022 ” impulsado por el Gobierno tiene por objetivo mejorar el ingreso de las familias en el corto plazo .Sin embargo, sin un programa antiinflacionario creíble, el dinero que se reparte hoy, mañana se “licua” por la inflación. Termina siendo “plan platita licuada”.

El financiamiento de este “paquete” cierra con el aumento de la nominalidad de la economía- producto de la aceleración inflacionaria-, los mayores ingresos por derechos de exportación (estimados en 0,2% PBI) y la continuidad en 2022 de la recuperación económica. Sin embargo, la dinámica del gasto público deberá desacelerar (especialmente de subsidios económicos que suben al 190% interanual en el primer bimestre de 2022) en los próximos meses para poder cumplir con la meta fiscal fijada con el FMI (de 2,5% del PBI).

En otras palabras, el “Plan Platita 2022” es un paquete fiscal de cortísimo plazo, basado en transferencias a los sectores más vulnerables (por única vez), no va a resolver el deterioro en los ingresos reales durante el mandato de Alberto Fernández.

Así, el Gobierno acude a las políticas de ingreso, pero sin un programa anti-inflacionario creíble y consistente detrás. Esto puede generar expectativa en los agentes económicos que este “nuevo IFE” no sea el último del año y el temor de una mayor expansión del gasto, o cualquier desvío importante respecto de las metas fijadas con el FMI, puden traducirse en una ampliación de la brecha cambiaria después de julio y en mayores presiones inflacionarias, cuando se suponen los precios deberían empezar a aflojar.

El impulso fiscal puede ser mayor a lo largo de 2022 y esto juega en contra de “anclar” las expectativas inflacionarias, que es lo urgente en esta coyuntura. Así, el Gobierno ira “corriendo de atrás” al problema inflacionario con el riesgo de incumplir las metas con el FMI y de provocar un deterioro mayor en la actividad económica, justo lo contrario de lo que se pretende.