Massa cumplió los 100 días al frente del Ministerio de Economía y se empieza a diluir el efecto “luna de miel”. Las medidas de emergencia de Massa atacaron el problema de la falta de dólares (combinado “dólar soja” con un “crawling peg” más acelerado) y las subas de la tasa de interés que “enfrío” el proceso de dolarización y le aseguró el financiamiento al Tesoro.
Sin embargo, las medidas que tomó el Ministro fueron aisladas (lejos de un programa de estabilización) y con el tiempo aparecieron “parches” para evitar una mayor sangría de reservas ( “dólar qatar” , ceepo importador más fuerte (SIRA y, “dólar turismo extranjero”, entre otros).
En el fondo, el Plan del Gobierno es el “Plan llegar” (a las elecciones de 2023) y parece aferrado a una condición clave para la economía en un año electoral: tratar evitar un salto brusco del tipo de cambio oficial que pueda impulsar todavía más la inflacilón y sumergir a la economía más rápido en una recesión. Massa pretende evitar un salto del “dólar oficial”, al estilo de enero de 2014 y diciembre de 2015. Por ello, va a hacer todo lo que está a su alcance para no quedarse sin reservas y que el mercado haga el ajuste “por las malas”.
Para combatir a la inflación, Massa espera que el inexorable enfriamiento de la economía le ponga un tope a la dinámica de precios. Mientras tanto, para tratar de desacelerar la inercia inflacionaria pero sobre todo para dar una respuesta política a las presiones de Cristina dentro del Gobierno, lanzó el programa de “Precios justos”, que apunta a congelar hasta marzo una cananta de 1700 productos y en teoría fijar un sendero de aumentos de 4% para otro universo de 30.000 productos. Sin embargo, poco más de 100 empresas, por ahora aceptan mantener el “congelamiento” de la canasta reducida, contra la promesa de que trengan acceso prioritario al dólar oficial para pagar insumos importados, pero se resisten extender el acuerdo a un universo mayor.
Los controles de precios en un contexto de crawling peg del “dólar oficial” al 6,5% mensual, negociaciones paritarias en el 80/90% anual, ajuste de tarifas de servicios públicos y un Gobierno con poca credibilidad, están “condenados” a fracasar. Es muy difícil quebrar la inercia inflacionaria con medidas puntuales y controles de precios sin un programa de estabilización de fondo. La pregunta en todo caso es cuánto pueden durar.
SE DESPIERTAN LOS DÓLARES ALERNATIVOS
Tras 3 meses y medio de “calma cambiaria” se despertaron el “dólar blue” y los “dólares alternativos”. El “dólar libre” cerró esta semana en los $306 (desde el 28/7 que no superaba ese registro), la cotización “dólar bolsa” alcanzó losr $318 y el dólar “contado con liqui” se disparó a $337. En el acumulado del mes los “dólares financieros” subieron en promedio arriba del 6%.
Así, los ahorristas e inversores que venía “haciendo tasa de interés” en pesos o estaban colocados en bonos CER están perdieron en lo que va del mes frente a la suba de los dólares financieros (el rendimiento es de 6,2% mensual para los plazo fijo es pesos) .
Hay varios factores que motivan este salto en los dólares alternativos.
En primer lugar, desde la llegada de Massa al Ministerio de Economía los dólares financieros se habían quedado atrasados frente a la inflación. El “dólar libre” de julio pasado cuando llegó a $350 actualizado por inflación es una dólar de $450 (ya que se acumuló un 28% de inflación en estos meses) . Es decir, un dólar blue de $303/$310 luce muy barato si lo comparamos con la cotización en ese mes turbulento por la salida de Guzmán y Batakis del Ministerio de Economía.
Otro factor es que los inversores perciben un riesgo en la deuda en pesos ya en las ultimas licitaciones le costó mucho al Tesoro Nacional colocar “deuda nueva”: en octubre solo consiguió $35.000 millones. Pese a las subas de tasas de interés, le cuesta conseguir el financiamiento necesario para renovar la deuda en pesos y cubrir el agujero fiscal.
Ante este riesgo, los inversores se pasan de instrumentos en pesos ajustables por inflación a bonos soberanos en dólares que tienen paridades por el “piso”(entre 25 y 27 dólares por lamina de 100 valores nominales). Ya en junio pasado hubo un desarme masivo de colocaciones en bonos CER y eso obligo al BCRA a emitir más de 1,2 billones de pesos para sostener la paridad de los bonos que ajustan por inflación.
Por último, el BCRA mantuvo la tasa de interés en 75% anual (107% tasa efectiva anual) pese a los datos de inflación de octubre que registraron una inflación de 6,3% mensual y de 88% en el acumulados de los 12 meses previos. Esto le quita atractivo a las colocaciones en pesos frente a la expectativa de suba en los dólares alternativos.
EL BCRA SIGUE PERDIENDO RESERVAS
La otra señal de alarma evidente es la dinámica de las reservas del Banco Central. Post-“dólar soja”, el BCRA acumula ventas de reservas por U$S 1.468 millones (entre el 5/10 y 15/11) . Sólo con un refuerzo adicional del cepo a las importaciones en los últimos días logró frenar la venta de dólares un par de días, pero el viernes volvió a perden U$S 50 millones. En el mes de octubre el BCRA perdió U$S 496 millones de dólares en el mercado oficial de cambios y en los que va de noviembre el Central ya vendió U$S 950 millones, lo mismo que vendió en todo noviembre de 2021.
Si se mantuviera este ritmo de ventas de reservas, el BCRA no podría cumplir con la meta fijada por el FMI en el acuerdo de acumulación de reservas netas U$S 6.575 millones. Actualmente, las reservas netas del BCRA son U$S 5.350 millones y al ritmo que está vendiendo reservas acumularía una merma de otros U$S 1.560 millones. Pero más allá de las metas con el FMI, que a esta altura parecen poco relevantes, es claro que todos empiezan a hacer las cuentas –que anticipamos hace un mes en PLAN M– y los dólares del BCRA no alcanzan para pasar el verano sin un cepo total a las importaciones, que paralizaría más abruptamente la producción en muchos sectores e impulsaría otra ronda de disparada de precios.
Por eso, Massa se preocupó esta semana por enviar la señal esta semana de que habrá otros U$S 5.000 millones de libre disponibilidad en las reservas, gracias a que China aceptó liberar el canje de yunes por dólares por ese monto del swap de monedas vigente, tras el encuentro entre Alberto Fernández y Xi Jimping en la cumbre del G20 en Bali. Al respecto, todavía hay interrogantes sobre cómo se implementará y cuándo estarían liberados esos dólares, aunque Massa dijo que el Banco Central tenía hasta ahora U$S 5.000 millones de reservas netas disponibles y que ahora contará con “U$S 10.000 millones de libre disponibilidad” para intervenir en el mercado cambiario en estos meses. La otra opción que seguramente el ministro de Economía instrumentará y está negociando con las cerealeras es un “nuevo dólar soja”, que estaba previsto para marzo, pero podría adelantarse para diciembre. Todo esa por conseguir dólares que permitan pasar el verano y evitar lo que Massa asegura nunca hará: aplicar un salto en el tipo de cambio oficial.
Esta dinámica de las reservas explican en parte el encuentro de Alberto Fernández con el Presidente Chino , Xi Jinping, en la cumbre del G20. En la que se negoció una ampliación del swap de monedas con China por unos 5.000 millones de dólares.
Vale señalar, que el swap de monedas vigente con la Republica Oriental China es por 130.000 millones de yuanes (U$S 18.400 millones de dólares) y solo permite engrosar las reservas brutas del BCRA. No se puede intervenir directamente con estas reservas en el mercado de cambios. Actualmente, la participación del swap Chino sobre las reservas internacionales brutas del BCRA es de 47%.
En resumen, el Gobierno sabe que los números de las reservas no cierran. La demanda de dólares de “dólar tarjeta”, “dólar ahorro”, pago de deuda comercial e importaciones no puede ser abastecida por la liquidación del agro que se redujo a solo 50 millones de dólares diarios. Aun con un super-cepo a importadores muy fuerte no cierran los números. Por eso, la negociación con China para conseguir una ampliación del swap con China. Esta dinámica insostenible de las reservas es monitoreada por el mercado .Y los agentes económicos están intentando cubrirse ante una expectativa de devaluación que sigue muy elevada. Por ello, es muy probable que veamos un mayor desarme de posiciones en pesos (bonos CER y depósitos a plazo en moneda local) para pasarse a dólares o bonos soberanos en dólares.
Consecuentemente, el mayor riesgo es la deuda en pesos. Una salida masiva de bonos (similar a la que sufrió Guzmán en junio) podría desestabilizar la macroeconomía en la transición al año electoral poniendo al equipo económico entre la espada y la pared. En el dilema de devaluar o no devaluar, en medio del “Plan Llegar”.