En un año electoral es clave monitorear a diario la cantidad de reservas que tiene el Banco Central y cómo evolucionan los depósitos, tanto en dólares como en pesos. Cualquier deterioro de estas variables puede impactar en las expectativas y puede retroalimentar un efecto negativo que agrave la situación económica, afectando a la actividad y los precios.
Hoy toman relevancia el stock de reservas, si el BCRA tiene que seguir interviniendo en el mercado de cambios a este ritmo (U$S 100 millones promedio diario) y también en la dinámica de los depósitos del sector privado tanto en pesos como en dólares.
RESERVAS NETAS
Actualmente, las reservas netas (descontando el swap Chino, encajes de depósitos en dólares y préstamos del BIS y otros préstamos internacionales a las reservas internacionales brutas) se ubican en unos U$S 2.000 millones (equivalente al 35% de las importaciones mensuales).
Desde diciembre pasado, las reservas netas cayeron en U$S 5.400 millones. El “drenaje” de divisas se explica principalmente por la intervención del Central en el mercado de cambios oficial en U$S 2.820 millones y los pagos de deuda de los bonos restructurados (U$S 1.100 millones)
En lo que va de marzo en el mercado del “dólar oficial” registró ventas netas por U$S 1737 millones. Y en el acumulado de 2023 registró ventas netas por USD 2.820 M.
Al 29 de marzo, el stock de reservas internacionales cayó hasta USD 36.850 M. Es el menor registro desde octubre de 2022. Y en el acumulado del 2023 la caída en las reservas brutas es de U$S 7.748 millones.
DEPOSITOS EN DÓLARES
Según los últimos números del BCRA, entre el 8 y 27 de marzo salieron de los bancos U$S 217 millones. Los depósitos en dólares (privados) pasaron de u$s 16.409 millones a u$s 16.197 millones (una baja de 1,3%). La caída promedio diaria, en los últimos 4 días hábiles informados, fue de U$S 45,7 millones de dólares (U$S 183 millones).
El ritmo de retiro aumentó con la incertidumbre macroeconómica y la decisión del gobierno de canjear los bonos soberanos (en dólares) en manos del sector público (Anses) por bonos en pesos indexados. Además, en un año electoral es esperable que los depósitos en dólares sufran caídas. Las entidades financieras cuentan con un amplio colchón de dólares para responder a quien quiera llevarse los dólares a una caja de seguridad.
En los encajes en el Banco Central (los dólares de los depositantes “guardados” para responder a corridas), hay un total de u$s 12.304 millones y los “dólares disponibles” en efectivo de las entidades financieras, suman otros u$s 4.147 millones (último dato disponible 23/03). Dicho de otra manera, los bancos tienen una cobertura prácticamente del 100% de los depósitos privados en el sistema.
Desde la crisis de 2001/2002 se modificó el marco regulatorio a fin de evitar lo que se llama “descalce de moneda”. Es decir, se garantizó que el sistema bancario sólo preste dólares a exportadores y sectores que cobran en dólares. Con esta reforma se le dio mayor solidez al sistema.
DEPÓSITOS EN PESOS:
Actualmente, hay 9,6 billones de pesos (u$s 25.070 millones a la cotización del contado con liquidación) en depósitos a plazo fijo del sector privado. Si una parte significativa intentase cubrirse en moneda dura por la incertidumbre política en el año electoral, podrían aumentar notablemente la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los “dólares alternativos” en blanco (dólar bolsa y contado con liquidación) y en el mercado informal (blue).
En el último mes se observó un aumento de 14,4% de los depósitos a plazo fijo, mientras que los plazos fijos UVA tuvieron una caída de 2,2% para el mismo período.
En los últimos 12 meses, los depósitos tradicionales subieron 134% (por encima de la inflación estimada en 103% interanual) y los plazos fijos UVA crecieron 37% interanual. Es decir que cayeron 32,4% en términos reales, desalentados por los propios bancos, que no quieren asumir pasivos indexados por inflación.
Del total de los depósitos a plazo fijo en pesos el 88% están colocados en plazos entre 30-59 días. En 2019, este porcentaje fue del 69%. Es decir, a muy corto plazo y la mayor parte está concentrados en manos de inversores mayoristas (80% del total).
Si los ahorristas optaran en la previa electoral por no renovar en forma masiva un 10% de los depósitos a plazo fijo y “corrieran” al “dólar libre” implicaría una demanda por el equivalente a U$S 2.500 millones de dólares que presionaría fuertemente sobre la brecha cambiaria. En ese contexto podría dispararse aún más la brecha cambiaria en el corto plazo, agravando la crisis. Es una variable clave a monitorear.