El primer paro nacional del año significó un paso inédito hacia la unidad del sindicalismo.
En su mensaje en cadena, la presidenta de la Nación minimizó la adhesion y consideró que se trataba de una huelga de transporte que tomaba de rehenes a los trabajadores.
Sin embargo, por primera vez en los 12 años del kirchnerismo se sumaron a la medida gremios estratégicos alineados con el gobierno.
Además de los bancarios de Sergio palazzo, los empleados de Luz y Fuerza y de Alimentación y hasta las filiales de la UOM decidieron participar de la medida. La durísima reacción de Cristina parece anticipar que el kirchnerismo se irá del gobierno sin actualizar el Impuesto a las Ganancias y sin abordar la discusión sobre la reforma tributaria.
A cuatro meses de las primarias abiertas, la Casa Rosada envía señales hacia la clase media: cree que enfrentar al sindicalismo puede redundarle en votos decisivos. Pero hay ministros que en voz baja le aconsejan ceder a la presidenta: sostienen que si no hay un acercamiento el oficialismo también perderá en las urnas el apoyo de los 2 millones de trabajadores mejor pagos.
El paro contra Cristina dejó ganadores y perdedores dentro del gremialismo. La fortaleza del colectivero Roberto Fernández y el maquinista Omar Maturano contrastan con las criticas que recibieron Luis Barrionuevo y Julio Piumato x sus exabruptos el día de la protesta.
El poder sindical no solo es un problema para la presidenta en los últimos meses de su mandato: también es un llamado de atención para Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, los candidatos que aspiran a ocupar el sillón principal de Balcarce 50.
