La presidenta le ordenó a Axel Kicillof que anunciara una reducción del impuesto a las ganancias para los trabajadores que ganan entre 15.000 y 25.000 pesos.
Aunque el funcionario preferido de Cristina repitió que los afectados son una minoría privilegiada y se cansó de criticar a los sindicatos, el anuncio es un reconocimiento.
En busca de descomprimir la presión del gremialismo kirchnerista, la Casa Rosada cedió ante el reclamo generalizado de la dirigencia y de las bases.
El objetivo principal del gobierno es frenar las huelgas sectoriales que ya comenzaron y conseguir que las paritarias de los gremios más poderosos cierren en torno al 25 por ciento.
Cristina, Kicillof y el ministro de Trabajo Carlos Tomada consiguieron su primera victoria pocas horas después del anuncio: dictaron la conciliación obligatoria y lograron que el obediente Antonio Calo levantara el paro de 36 horas que había anunciado la UOM.
El líder de los metalúrgicos sigue siendo el más disciplinado de los oficialistas, pese a que ni siquiera le informan de las medidas que afectan a sus representados.
Mas tarde, Kicillof anticipó en una entrevista radial que la reducción del impuesto sera retroactiva al 1 de enero. ¿Alcanzara con eso para cerrar las paritarias en torno al 25 por ciento, como quiere la presidenta? ¿O los sindicatos redoblaran la presion para recuperar en el año electoral parte del poder adquisitivo que perdieron en 2014?