El círculo vicioso: derrumbe de expectativas, venta de reservas y la clave de los vencimientos de la deuda hasta fin de año en dólares y en pesos

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De acá a fin de año el Gobierno y el BCRA tendrán un test permanente por los fuertes vencimientos de LETES y LECAPS, la deuda de corto plazo en dólares y pesos, respectivamente.

    Hay vencimientos de Letes (Letras del Tesoro Nacional) en dólares por U$S 10.505 millones. Mientras que los vencimientos de Lecaps (Letras Capitalizables) en pesos del Tesoro hasta fin de año totalizan $ 384.000 millones.

   El total de vencimientos de Letes hasta fin de año más los vencimientos de Lecaps en pesos (expresados en dólares a un tipo de cambio mayorista de 55 pesos) alcanzan los 17.500 millones de dólares, superando las reservas netas actuales del Banco Central, que rondan los U$S 15.000 millones (Ver acá).  
De hecho entre martes y miércoles de esta semana, el Ministerio de Hacienda busca renovar unos U$S 1600 millones en Letes (de los cuales U$S 910 millones están en manos privadas y el resto en organismos del Estado). Todo lo que se no se renueve se reflejará en una mayor caida de las reservas. 

   Vale señalar que el programa financiero de la Secretaria de Finanzas –original- cerraba con un 45% de renovación de las Letes en dólares.

   Por ello, de aquí hasta fin de año. Todo lo que el Gobierno no logre “renovar” de Letes, colocando nuevos bonos de corto plazo en dólares en el mercado local, son potencial caída de reservas del Banco Central para pagar los vencimientos.

   Además , los inversores que poseen Lecaps son potenciales demandantes de dólares si desean salirse de esta inversión y comprar dólares. Suponiendo que intente dolarizarse el 30% de los tenedores de vencimientos de Lecaps de aquí a fin de año, esto equivale a una demanda potencial de divisas de 2.100 millones de dólares.

   Semejante demanda se sumaría a los dólares que mensualmente compran los ahorristas minoristas: según el BCRA, en julio registraron compras netas por 2.177 millones de dólares, más los dólares que insume el déficit neto del turismo al exterior (en promedio, unos 450 millones mensuales), más la fuga de capitales de inversores extranjeros de corto plazo en el país. 

   LA CLAVE: Si en los próximos meses el Banco Central necesita vender muchos dólares para evitar una nueva escalada de la cotización (como ocurrió con la venta de hoy martes 27 de agosto, de u$s 302 millones, récord desde que empezaron las intervenciones del Central tras las PASO), entonces habrá menos dólares disponibles para cubrir los vencimientos de deuda.

    Eso interprentan los inversores que poseen bonos de la deuda pública y ante la perspectiva de que en el futuro no haya dólares para pagarlos (más allá de la voluntad de Alberto Fernández a partir del 10 de diciembre), salen a liquidar títulos argentinos y disparan al riesgo país. Como sucedió hoy que llegó al récord de los 2001 puntos básicos. 

   Al mismo tiempo, cuanto menos se renueven de las Letes en dólares, y más se utilicen las reservas para cubrir esos vencimientos, menos dólares quedarán disponibles para que el Banco Central intervenga en el mercado de cambiario y menos dólares quedarán disponibles para el próximo Gobierno, ya sea para cubrir vencimientos de deuda como para estabilizar el dólar.

   Por eso es tan importante estabilizar las expectativas en la transición. El “pacto” del breve diálogo telefónico entre Macri y Alberto Fernández ya voló por los aires. Para colmo, el FMI –que tiene pendiente un desembolso clave por U$S 5.400 millones a fines de septiembre– está ahora más interesado en negociar con Alberto F., que todavía es sólo candidato, que con el presidente.  

   Si no se logra renovar una porción del vencimientos de deuda de corto plazo plazo, en dólares y en pesos, frenar la salida de depósitos en dólares de los bancos y el goteo de depósitos en pesos al dólar, se corre el riesgo de espiralizar las presiones en el mercado cambiario en las próximas semanas. Y ante esa situación, la venta de reservas del Banco Central antes que frenar la corrida puede profundizar el temor de un futuro “default” o “reestructuración” de la deuda pública.