En los últimos días, la crisis cambiaria se agravó y la desconfianza en la política económica del Gobierno sigue en aumento.
Las medidas “homeopáticas” del BCRA no sirvieron para contener la disparada del “dólar blue” y los “dólares alternativos” que volvieron a batir récords.
El “dólar blue” llegó a $178 , subió 7 pesos el viernes pasado, amplió la brecha cambiaria (con el dólar mayorista) a 128% . El “contado con liquidación” cerró en $165,3 , acumula una suba 122% en lo que va de 2020. Mientras que el “dólar bolsa” alcanzó los $152 .
Este nivel de “brecha cambiaria” no solo lleva a la retención de liquidación de los agro-dólares de las cerealeras y al anticipación del pago de importaciones, como lo hemos comentado anteriormente.
Además, ya esta dejando sin referencia de precios a sectores de la economía que dependen de insumos y productos importados. Algunos rubros ya comienzan a tener faltante de stock o desabastecimiento. Y otros ya están remarcando precios o prefieren no vender sus mercaderías hasta conocer el valor de reposición de los productos en medio de una disparada de las expectativas de devaluación.
En este contexto, el Gobierno cuenta con muy poco margen de acción para revertir la situación. Pero insiste con medidas “tibias” , “nuevos parches” o medidas con “cuenta gotas” para sanear un problema de desconfianza enorme.
En los últimos días, desde el BCRA, se anunció una suba de tasa de interés “marginal” para los depósitos a plazo fijo en pesos. Pasó de un rendimiento 33% a 34% anual para depósitos a plazo fijo minoristas y subió a 32% anual los rendimientos para depósitos a plazo fijo mayoristas que estaban en 30%.
Adicionalmente, Martín Guzmán, adelantó que se están evaluando alternativas para darle mayor fluidez a la venta de dólares en el contado con liqui y en el dólar bolsa: es decir que quien tenga dólares en los bancos o en el exterior y quiera venderlos en el mercado local lo pueda hacer con menos restricciones en esos mercados, aprovechando los valores récord.
Pese a que las medidas van en la dirección correcta, es ilusorio imaginar un cambio en la tendencia de la crisis con esas medidas de “sintonía fina” para un problema grueso: la falta de confianza y la incertidumbre total respecto de los próximos pasos de la política económica.
Por ello, son claves los próximos movimientos del equipo económico para controlar la crisis. En el Gobierno parece prevalecer el “plan aguantar” o “vamos viendo”: intentar tender un puente hasta lograr un nuevo acuerdo con el FMI y/o aumente la oferta de dólares de la soja a partir de marzo. Pero esa estrategia de “más de lo mismo”, eleva la probabilidad de un ajuste “por las malas” con una devaluación desordenada. En ese caso, el “fogonazo” inflacionario sería muy importante y desequilibrante para una economía sumergida en una de las mayores recesiones de la historia.
El problema de la devaluación “desordenada” (contraria a un ajuste cambiario planeado) es que es difícil que el mercado perciba que sea la única devaluación y no la primera de una serie de correcciones cambiarias.
Según información extraoficial, el Presidente “empoderó” al ministro Guzmán para que unifique la toma de decisiones y la comunicación económica, evitando internas con el BCRA que en situaciónes de crisis le quitan credibilidad y efectividad a la política económica.
Es fundamental que Guzmán con buena llegada a la titular del FMI, Kristalina Georgieva, acelere la negociación con el organismo internacional. Y se acuerde un programa con un sendero de convergencia fiscal y de reducción de la emisión monetaria en una economía en la que sobran pesos y faltan cada vez más dólares.
Si el Gobierno no marca un rumbo económico para los próximos 3 años con un plan económico integral (fiscal y monetario), el ajuste cambiario será mayor e inevitable. En ese escenario, el ritmo de la aceleración inflacionaria es difícil de calcular en este momento.
Tablero de control
En los últimos dias, el tablero de crisis emite más señales de alarma.
El riesgo país que rondaba los 1.120 puntos básicos antes del anuncio del super-cepo (15/09). El viernes pasado cerró en 1.396 puntos básicos. Desde que Martín Guzmán cerró el acuerdo de la deuda, el precio de los bonos canjeados no deja de caer a la par de la suba del riesgo país. Cada vez más inversores optan por desprenderse de los papeles argentinos, pese que la misma renegociación despejó totalmente el panorama de defaulto, al menos, por los próximos 4 años.
En lo que va de octubre, con el “super-cepo” y tras los últimos anuncios del ministro de Economía, Martín Guzmán, el BCRA acumula ventas de dólares en el mercado de cambios por u$s 500 millones (hasta el 13/10 –último dato oficial), razón de u$S 62 millones diarios.
Vale señalar, que las reservas netas en el BCRA (sin incluir Swap de monedas con China, encajes bancarios, depósitos del Gobierno y préstamos con organismo internacionales) son apenas u$S 5.454 millones (al 16/10, último dato oficial). Incluido en ese monto U$S 3.750 millones en oro.
En pocas palabras, el poder de fuego del BCRA es escaso.
Según los últimos números del BCRA, los depósitos en dólares del sector privado cerraron en 15.432 millones de dólares (al 14/10 – último dato disponible). Acumularon una caída de u$S 1.981 millones entre el 14/09 y el 14/10. El stock de depósitos en dólares pasó de u$s17.413 a u$S 15.432 millones.
El promedio de retiros, entre 14/09 y 7/10, fue de u$s 88 millones diarios. Y en lo que va de octubre fue de u$s 79 millones (promedio diario). Este ritmo de retiro sigue siendo preocupante.
Aún así, entre encajes en el Banco Central (los dólares de los depositantes “guardados” para responder a corridas), que totalizan u$s 11.763 millones, y los “dólares disponibles” las entidades financieras, unos u$s 2.173 millones (último dato disponible 13/10), hay en total U$S 13.936 millones de respaldo en el sistema financiero.
En teoría, los bancos podrían tener una corrida del 90% adicional de los depósitos que quedan en los bancos (U$S 15.698 millones) y aún así habría dólares suficientes para devolverlos a cada uno de los ahorristas.
Lo que falta en las medidas del Gobierno es un mensaje claro para resolver el problema de fondo: la enorme desconfianza generada en los últimos meses y cómo se va a ir reduciendo el megadéficit fiscal causado por la pandemia financiado con emisión monetaria. En útima instancia dar una señal política firme de que se entiende la gravedad de la crisis y se baliza el único camino posibile para minimizar los costos de salida.