La caída del Bitcoin parece, todavía, imparable. Luego de una suba explosiva en la que llegó a casi 20,000 dólares por Bitcoin en noviembre del año pasado, la criptomoneda no para de caer llegando a los casi 3,400 dólares. Economistas de mucho prestigio como Nouriel Roubini, que predijo la crisis financiera de 2008, fueron claros al respecto: "Bitcoin es la madre de todas las estafas y las burbujas".
Hay un dicho entre financistas: cuando tu peluquero (o tu dentista) te preguntan si tienen que comprar acciones, el mercado está caro. Roubini aplica el mismo criterio: "literalmente todo ser humano con el que me encontré entre el Día de Acción de Gracias y Navidad en 2017 me preguntó si tenía que comprar Bitcoins…especialmente gente sin preparación en finanzas, que no podían diferenciar una acción de un bono".
Si es una burbuja ¿va a llegar a valer cero? Difícil saberlo. Como moneda cuesta mucha electricidad producirla (mientras que el dinero fiduciario que utilizamos día a día cuesta casi cero). Es más barato donde la electricidad es más barata (curiosamente, hoy sería Venezuela el lugar más rentable para minar Bitcoins). Y se usa escasamente en transacciones diarias, más allá de lo pintoresco de pagar un desayuno en San Francisco con Bitcoins. Pero aún retiene cierto valor por el anonimato que provee su uso, lo que favorece su utilización en actividades ilegales.
Nadie tiene la bola de cristal pero la dinámica de su precio es compatible con una burbuja.