Ante la reaparición de la demanda de dólares en los últimos días y la escalada de la cotización, el Banco Central optó por garantizar la estabilidad cambiaria, sin reparar en costos, con los instrumentos que tiene a mano. Retiró pesos del mercado –vía colocación Leliqs, las Letras de Liquidez que coloca la entidad a los bancos—y convalidó una suba de tasa de 5 puntos en cuatro días. Así la tasa de referencia del Banco Central (la tasa promedio de las Leliqs) cortó la baja de las primeras 7 semanas del año, y escaló del 44% al lunes al 49% el jueves. Así logró calmar al dólar, que cerró el jueves a 39,53 pesos en el mayorista (bajó 14 centavos respecto del miércoles, – 0,35%), y a 40,53 pesos para el publico minorista, después de haber atravesado cómodamente la barrera de los 41 pesos el día anterior.
En el Gobierno consideran que la prioridad hoy garantizar que no habrá otra crisis cambiaria, y temen que cualquier salto brusco del dólar vuelva a alimentar la espiral de precios, que igualmente con el dólar planchado continuaron moviéndose a un ritmo cercano al 3% mensual. Sin embargo, la inflación persistente en niveles elevados y la necesidad de volver a subir la tasa de interés para evitar otra corrida al dólar muestran los límites con que se encuentra la gestión Macri para tratar de apurar la salida de la recesión. Si la inflación se mantiene en el orden del 3% mensual en los primeros 4 meses del año y el crédito vuelve a encarecerse, la reactivación del consumo se postergará más de lo esperado.
La recesión seguirá siendo el telón de fondo de la campaña electoral. La incertidumbre política, a su vez, probablemente gatille –como siempre en la previa de las elecciones en la última década— un proceso de dolarización de ahorros que obligará a mantener elevadas las tasas de interés para frenar la corrida. Ese es el dilema que enfrenta hoy Macri: aún garantizando la estabilidad cambiaria con los dólares de la soja que llegarán a fines de marzo y los desembolsos de dólares pendientes del FMI, no es mucho lo que puede hacer para lograr que la economía vuelva a crecer a paso veloz y a crear empleo en los próximos meses, lo cual condiciona sus chances de reelección (Ver aquí).
Plazo fijos: riesgo de dolarización
El año pasado lo que preocupaba a las autoridades monetarias era el desarme de Lebacs que iban al dólar. Este año, el BCRA deberá tener un ojo puesto en la evolución de los plazo fijos del sector privado. Es un stock de más de 1.110.000 millones pesos. Equivalente a 27.400 millones de dólares, por lo que un desarme de plazo fijo a dólar, aunque sea pequeño, puede provocar un cimbronazo al mercado cambiario. En particular, el dato a mirar con atención son los $ 400.000 millones enplazos fijos que se crearon desde octubre, unos U$S 10.000 millones. Así como buscaron aprovechar la tasa de interés en los últimos meses podrían volar al dólar antes de las elecciones.
Si observamos la evolución de los plazo fijo privados, los mayoristas, de más de un millón de pesos, que son más volátiles que los minoristas, crecieron más 255.000 millones de pesos desde octubre. Y en los últimos días, cambiaron de tendencia. Según el último dato publicado por el BCRA (19 de febrero), registraron una caída de más de 6.500 millones de pesos. La baja acelerada de la tasa de interés –hasta la semana pasado—redujo el interés de aquellos que apostaban a la tasa de interés en pesos con el dólar planchado. Por ahora es apenas una lucecita en el tablero. Pero es la variable a monitorear a medida que se despliegue la campaña electoral.