En un contexto de mayores turbulencias a nivel internacional, el nuevo esquema que puso en práctica el Banco Central para acotar la volatilidad del tipo de cambio atravesó su primer test de forma favorable.
En materia financiera, los mercados internacionales se vieron enfrentados la semana que pasó a un recrudecimiento de las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China, luego que las autoridades norteamericanas anunciaran la imposición de mayores aranceles a importaciones por USD 325.000 millones provenientes del gigante asiático, alegando que este país estaría dando marcha atrás en algunos de los puntos acordados en las negociaciones que vienen llevando acabo ambas naciones.
La perspectiva de una guerra comercial entre estos países, y sus eventuales consecuencias sobre el crecimiento de la economía global, tuvieron un impacto negativo sobre los activos de riesgo en general, y en particular sobre los mercados emergentes. Afectada además por debilidades propias, entre las monedas más castigadas volvió a encontrarse la lira turca, que perdió 2,1% el lunes, siguiendo el anuncio de mayores aranceles a las importaciones chinas, y llegando a ceder hasta un 4% en la semana.
En contraste con estos movimientos, y a diferencia de episodios anteriores, el peso argentino no amplificó las fluctuaciones registradas por otras monedas de economías emergentes y de la región. El lunes pasado, la cotización del dólar a nivel local experimentó una variación de 0,5%, similar en magnitud a los movimientos que registraron, por ejemplo, el real brasileño o el peso colombiano. En los días subsiguientes, los cambios en la cotización también resultaron moderados, cerrando el viernes el dólar a nivel mayorista en $44,80, con un incremento semanal de 36 centavos (0,8%).
La menor volatilidad registrada a partir de las modificaciones al esquema cambiario también pudo apreciarse en la amplitud intra-diaria de la cotización de la divisa norteamericana. En la semana anterior al anuncio del BCRA, la diferencia diaria entre los valores máximos y mínimos en el mercado mayorista fue en promedio de $1,41 (3,2%), mientras que esta semana se situó en 52 centavos (1,2%), aún en un marco financiero internacional más enrarecido.
En este sentido, el anuncio de que la autoridad monetaria dispone ahora de mayores grados libertad ha logrado, hasta el momento, contener las expectativas de devaluación y reducir sustancialmente la volatilidad cambiaria, incluso sin que el Banco Central haya tenido que vender dólares directamente en el mercado. Así, el nuevo esquema ha sido efectivo para materializar una oferta de dólares más fluida por parte del sector agroexportador, que se ve enfrentado ahora a una expectativa de devaluación más moderada en el corto plazo, y tasas de interés en pesos que se mantienen en niveles elevados.
Por otro lado, se conocieron indicadores de la industria y la construcción que verificaron una contracción de la actividad sectorial durante marzo, pese a lo cual ambos acumularon una mejora en el primer trimestre, recuperándose parcialmente de los pisos alcanzados a fines del año pasado.
La medición del INDEC capturó en marzo una baja de la actividad manufacturera del 4,3% mensual (-13,4% interanual), aunque recuperándose en el primer trimestre 1,2% frente al último cuarto del año pasado. En tanto, el Indicador Sintético de Actividad de la Construcción (ISAC-INDEC) experimentó en marzo un retroceso de 3,5% mensual (-12,3% interanual), acumulando, de todas formas, una suba de 4,4% en el primer trimestre en comparación con el trimestre previo.
Entre las razones de esta mejora se observa un mayor dinamismo de la obra pública en los tres niveles de gobierno, al tiempo que la caída de los costos de la construcción en dólares tendió a reactivar obras privadas. Al mes de abril, el costo del metro cuadrado a construir alcanzó un retroceso de 30% interanual, situándose en USD 568, ubicándose en torno a sus mínimos de los últimos cuatro años.
En síntesis, el nuevo diseño de la política cambiaria superó un primer test para enfrentar escenarios de incertidumbre, en un contexto en el que la volatilidad del tipo de cambio torna más difícil reencausar el proceso de desaceleración de la inflacilón y tiene un impacto también en términos de actividad económica, tal como reflejaron los datos de industria y construcción del mes de marzo. Cuanto más se extienda la estabilidad cambiaria antes de encararse la recta final de la campaña electoral, mejores serán las noticias para la dinámica inflacionaria y la actividad económica en el corto plazo.