La campaña electoral entró en tiempo de descuento y se acercan las definiciones.
El baño de humildad que reclamó la Presidenta en cadena nacional comenzó a llenarse de candidatos sin chances.
El primero en bajarse de la batalla de los presidenciales fue el entrerriano Sergio Uribarri.
Después le siguieron, el ministro de Defensa Agustín Rossi y el ex canciller Jorge Taiana.
Preocupada por los malos resultados de los 7 candidatos del kirchnerismo en la ciudad, la Presidenta ordenó reducir al máximo la oferta electoral.
Sólo Daniel Scioli y Florencio Randazzo superaron la prueba de la blancura y llegaran a las primarias abiertas y obligatorias.
El gobernador bonaerense cuenta con el apoyo del peronismo oficialista y profundiza en el camino hacia agosto su conversión hacia el ultracristinismo.
El ministro de Interior y Transporte es el único que mantiene su postulación y defenestra a Scioli. Le reprocha su cuna menemista y lo acusa de ser el candidato de las corporaciones.
Florencio no logró que la Presidenta le levante la mano pero sí que le permita llegar a la pelea de fondo con Daniel.
Cristina liberó a Randazzo del manejo de la Dirección Nacional Electoral y terminó por ordenar la interna para un duelo final contra Scioli. Le sacó el peso de manejar esa dependencia clave y dejó sin argumentos a la oposición, que lo cuestionaba por su doble rol.
El llamado de la presidenta también tuvo eco en la provincia de Buenos Aires: Diego Bossio, Patricio Mussi, Carlos Castagnetto y el Chino Navarro resignaron sus aspiraciones, después de que Aníbal Fernández se lanzara como candidato.
El territorio en el que se define la madre de todas las batallas todavía genera interrogantes. Aunque no lo reconocen públicamente, emisarios de Sergio Massa y Mauricio Macri discuten cómo ir a una PASO de toda la oposición.
¿Logrará Francisco De Narváez convencer a María Eugenia Vidal para ir juntos a enfrentar a los candidatos de Cristina y Scioli?