En diciembre último el Gobierno avanzó con una modificación de la fórmula de movilidad de las jubilaciones, con el objetivo de conseguir un ahorro fiscal significativo en la transición. La vieja fórmula previsional del kirchnerismo actualizaba los haberes jubilatorios 2 veces al año (marzo y septiembre) en relación a la evolución de un índice salarial y a la recaudación previsional en el semestre anterior. Con la movilidad impulsada por el kirchnerismo, desde que se aprobó, en 2008, los haberes jubilatorios sólo perdieron fuerte con la inflación en dos años: 2014 y 2016, cuando, devaluación mediante, la inflación se disparó al 38% y las jubilaciones se ajustaron poco más de 30%. Semejante diferencia se explica porque en esos años de recesión, los salarios quedaron muy atrasados respecto de los precios y la recaudación previsional sintió el impacto de la pérdida de empleos y de la mayor informalidad laboral. Era una fórmula que potenciaba los aumentos de las jubilaciones con una economía en crecimiento o, al menos, siempre que la inflación no se disparara respecto del año anterior.
La nueva fórmula impulsada por el macrismo implica que los haberes jubilatorios se actualizan en un 70% en base a la inflación del Indec y un 30% en relación a los evolución de los salarios, 4 veces al año (marzo, junio, septiembre y diciembre). El cambio de una fórmula a otra –la transición– implicaba de por sí un importante “ahorro fiscal”, que de hecho el Gobierno consiguió en la primera parte del año. Así, por ejemplo, en marzo las jubilaciones aumentaron sólo 5,71%, teniendo en cuenta la inflación y salarios del trimestre julio-septiembre de 2017. (Mientras que en el anterior esquema, el aumento hubiera rondado entre 12 y 13%, porque incorporaba el aumento correspondiente a todo el semestre julio-diciembre 2017). Para subsanar parcialmente esa pérdida y presionado por la oposición, el Gobierno compensó parcialmente con un bono por única vez a los jubilados con haberes inferiores a 10 mil pesos y a los beneficiarios de la AUH. Sin embargo, en la primera parte del año los jubilados perdieron claramente frente a la inflación: según los datos de la Defensoría de la Tercera Edad, en el primer cuatrimestre la “canasta del jubilado” se encareció 10,1% y el IPC del Indec acumuló 9,6%.
Recién en junio, con el aumento del 5,69% que arroja la nueva fórmula (en base a inflación y salarios del trimestre octubre-diciembre), los haberes de los jubilados se acercarán al aumento que en marzo suponía la vieja fórmula. Pero a partir de septiembre, debido a la aceleración de la inflación, los aumentos de los jubilados podrían ser mayores con la nueva fórmula. Según los cálculos de la Defensoría de la Tercera Edad, el aumento en septiembre (en base al trimestre enero-marzo) sería del 6,67%, mientras que en diciembre (ajustado por la inflación del trimestre abril-junio) no bajaría del 7%, teniendo en cuenta el salto de la inflación de abril y la que se espera para mayo y junio. Así, al final del año el aumento de las jubilaciones podría llegar al 27,5%, muy por encima de la mayoría de las negociaciones salariales. (En el primer semestre del año, los salarios y la recaudación previsional correrían muy por debajo de la inflación, con lo cual en la fórmula anterior el aumento de septiembre sería menor al acumulado de los aumentos de septiembre y diciembre. Pero de nuevo la “transición”, el cambio de una fórmula a otra, perjudica a los jubilados: porque no es lo mismo en una economía con la inflación en alza el aumento de un semestre en septiembre, que el de un trimestre en septiembre y otro en diciembre. Aunque de seguir acelerándose la inflación y la caída de la economía, la nueva fórmula también los protegerá mejor a principios de 2019).
De cualquier manera, esto no significa que en 2018 los jubilados le vayan a ganar a la inflación, ni siquiera que logren mantener su poder adquisitivo a lo largo del año. Ya que si bien en diciembre podrían llegar a mostrar que “empatan” con la suba de precios del año, mes a mes, a lo largo de todo el año correrán muy por detrás de la inflación. Y sufrirán por lo tanto una pérdida del poder de compra de sus haberes. Pero tal vez no pierdan tanto como otros asalariados.