Cuando anunció que los fotógrafos se iban a pelear por la imagen de Cristina entregándole el bastón presidencial, Mauricio Macri no imaginó que -el que terminaría peleando- iba a ser él. Cristina no se quiere ir a su casa y la mudanza le cuesta horrores. Mauricio quiere asumir en la Casa Rosada, aunque la Constitución indica otra cosa.
Después del fracaso de la reunión en la residencia de Olivos, adiestró al kirchnerismo talibán para que la despida con honores el mismo 10 de diciembre. Pero Macri pretende evitar que su asunción se vea alterada por la fiesta de agradecimiento que el oficialismo anuncia para su conductora en el Parlamento.
Según el artículo 93 de la Constitución, el nuevo presidente debe asumir ante la Asamblea Legislativa reunida en el Congreso. Hasta que el kirchnerismo llegó al poder central, el traspaso se realizaba en la Casa Rosada, pero eso también cambió durante los últimos doce años.
En una de sus últimas conferencias matinales, el jefe de Gabinete confirmó que la intención de Cristina es entregarle el bastón a Mauricio en el Congreso.
Después de que el kirchnerismo lo eligiera durante años como el rival predilecto, Macri se convirtió en el verdugo electoral que lo sacó del poder.
Más allá de la polémica por el traspaso, Mauricio y Cristina deberán convivir después del 10 de diciembre. El presidente electo buscará desplazar a su antecesora del centro de la escena y privilegiar al peronismo no K. La presidenta saliente, en cambio, intentará nuclear detrás de su figura al kirchnerismo duro que afirma que llegó la hora de la resistencia.