Las señales políticas para un año electoral en una economía tan vulnerable como la argentina pueden “calmar” a las expectativas o generar una “tormenta inesperada”. Sin ir muy atrás en el tiempo, la elección PASO 2019 generó una “corrida” cambiaria, aceleración de inflación y derrumbe de los bonos soberanos y acciones argentinas. En 2015 la situación se dio a la inversa las expectativas de un Gobierno más pro- mercado (que prometía “achicar” el déficit fiscal, ajustar tarifas de servicios públicos y levantar el cepo cambiario) generaron un rally de los “papeles” argentinos (bonos y acciones). Actualmente, oposición y oficialismo discuten sobre herencia económica de cara al plan económico del próximo Gobierno. El juego político (electoral) con cooperación es clave para que la transición económica hasta 2024 no sea traumática. Sin embargo, los incentivos no siempre están alineados. Una declaración explosiva de la oposición puede desanclar las expectativas. Como así también un manejo irresponsable de la situación fiscal (“plan platita” electoral) o desmanejo en las reservas del BCRA puede disparar las expectativas de devaluación y generar un salto en la brecha cambiaria en 2023.
Las últimas elecciones tuvieron como “condimento” eventos cambiarios: en 2011 después del resultado electoral Cristina Fernández (triunfó con 54% de los votos) instaló el cepo cambiario, diciembre de 2015 la devaluación y unificación cambiaria de Macri y en 2019 salto cambiario post-PASO que generó una disparada de la inflación y una caída en la actividad económica.
La pregunta es ¿qué pasará en 2023?, ¿y cómo llega la economía a diciembre?
Para hacer una comparación de las “herencias económicas” recibidas por las últimas administraciones analizamos las principales variables macroeconómicas y financieras.
El escenario ideal entre oposición y oficialismo es uno en que cooperan para que la crisis no se espiralice. En otras palabras, el oficialismo debería mantener el compromiso de cumplir con las metas fiscales acordadas con el FMI (es clave no caer en la tentación del “Plan Platita” y dejarle al nuevo Gobierno un agujero fiscal inmanejable) y desde la oposición el pacto de no agregar “ruido” al tema de la deuda en pesos, que puede disparar una nueva corrida contra el peso.
Sin embargo, como se deben hacer ajustes a la economía y nadie quiere pagar el costo político, los incentivos quedan cruzados. La oposición puede alimentar expectativas negativas que compliquen el roll-over de la deuda en pesos y disparen la brecha cambiaria y las expectativas de devaluación. Mientras que el oficialismo puede dejar un margen de maniobra tan chico, que no dé pie al “gradualismo” en las política económica, con un costo social y económico más elevado en el arranque del próximo Gobierno.
Las principales variables que analizamos son el crecimiento del PBI, inflación, nivel del dólar oficial (“atraso cambiario”),la inflación, atraso tarifario, déficit fiscal , balance comercial, reservas netas del BCRA y “brecha cambiaria. Por el lado de los ingresos, evolución de salarios y jubilaciones (en pesos constantes), entre otros.
Veamos los números de las distintas variables en los años presidenciales.
CRECIMIENTO DEL PBI
En la elección de 2015 la economía llegó creciendo, según el INDEC, el PBI subió 2,7% ese año (venía de un año 2014 con devaluación y recesión). En contraste, Mauricio Macri tuvo una recesión en 2019. La economía se contrajo un 2,7% y acumuló una caída del PBI por 2 años consecutivos (2018 y 2019).
Para 2023 las consultoras privadas estiman que la economía se “estanque” y crezca sólo 0,5%.
INFLACIÓN
Previo a la elección de 2015, la inflación volvió a su velocidad “crucero” de 25%/27% anual, después del salto inflacionario por la devaluación que realizó Kiciloff en enero de 2014 (que disparó la inflación arriba del 40% anual).
Ya con Macri en la presidencia, en abril de 2018 produjo un cambio en el régimen de inflación. El dólar pasó de $20,4 en abril de 2018 a $40,8 a fin de septiembre. La inflación paso de 25,5% en los 12 meses previos a 55,7% acumulado en los siguientes 12 meses.
En la devaluación post-PASO 2019, el dólar oficial paso de $45 a $60 entre la elección primaria y la general presidencial la inflación se aceleró fuertemente hasta que finalizó el mandato de Mauricio Macri. El año 2019 cerró con una inflación 53,8% anual.
La pandemia y la cuarentena dura generaron un “apagón” económico que permitió “romper” transitoriamente con la inercia inflacionaria.
La inflación pasó del 53,8% interanual en 2019 a 36,1% interanual en diciembre de 2020. Pero una vez que se reabrió la economía, con la mega emisión monetaria de 2020 y la ampliación de la brecha cambiaria, volvió a acelerarse.
Según el REM (relevamiento de expectativas de mercado del BCRA) en 2023 la inflación alcanzará el 97,5% anual. Es el mayor índice de inflación en un año de elección presidencial desde el año 1989.
ATRASO CAMBIARIO
Atrasar al “dólar oficial” como medida antinflacionaria es un clásico de los años electorales en Argentina. La lógica detrás de esta medida es contener las presiones inflacionarias en los meses previos a las elecciones. Contrariamente, en los años no electorales (años impares) es probable que se corrija, al menos parcialmente, el atraso cambiario, ya que devaluar siempre trae aparejado un alto costo social y político.
En noviembre de 2015, el “dólar oficial” de $9,6 en aquel entonces equivalente a unos $168 a valores de hoy (11% menos que el dólar oficial actual).
La devaluación post-PASO (2019), el dólar oficial de $45 pasó a $60. A pesos de hoy, el “dólar real” de diciembre de 2019 es equivalente a un dólar de $243 . Es decir, un dólar 28% superior al dólar actual de $190.
Es decir, el “dólar oficial” en el arranque de 2023 está entre la cotización de las 2 últimas elecciones presidenciales.
DEFICIT FISCAL
El “rojo fiscal” (primario) en 2015 fue de 3,8% del PBI. En 2016 las cuentas fiscales se deterioraron y alcanzaron a un nivel de 4,8% del PBI.
En 2019, con el marco del acuerdo con el FMI y una devaluación muy fuerte se licuaron las partidas del gasto público, y se generalizaron retenciones a la exportación. Así, Macri entregó el Gobierno casi con equilibrio fiscal primario (-0,4% del PBI) en el marco del programa con el FMI.
Una de las partidas que explicó gran parte del déficit fiscal primario fueron los “subsidios económicos” a las tarifas de servicios públicos. En 2015 eran de 3,5% del PBI, en 2019 cerraron en 1,6% del PBI y en 2022 fueron de 2,6% del PBI (por la disparada del precio internacional de la energía).
Para el año 2023 la meta fiscal fijada con el FMI es de 1,9% del PBI (2022 fue de 2,5% del PBI). Esto exige un ajuste “extra” del gasto social, jubilaciones y pensiones y subsidios económicos.
BRECHA CAMBIARIA
La “brecha cambiaria” del año 2015 promedio el 47%, previa a la unificación cambiaria de diciembre de 2015 era de 59%.
En tanto, tras la PASO de agosto de 2019 se generó una pequeña “brecha cambiaria” menor al 12% en septiembre y octubre previo a la elección presidencial.
Actualmente, la brecha cambiaria está en 100% contra el “dólar blue”. Es un nivel muy nocivo para la economía real, genera distorsiones en el comercio exterior y dificulta la acumulación de reservas del BCRA.
RESERVAS NETAS DEL BCRA
Una gran diferencia que muestra el grado de vulnerabilidad de la economía de 2023, es el nivel de reservas netas del BCRA.
En diciembre de 2015, las reservas netas estaban en rojo (-1.500 millones de dólares). Según nuestras estimaciones, en base a la información del BCRA, Macri entregó un Banco Central con más de 11.500 millones de reservas netas. Y actualmente, pese a tener una mega ingreso de dólares por cobro de exportaciones durante el mandato de Alberto Fernández (U$S 223.270 millones), las reservas netas se ubican en los u$s 5.700 millones.
PASIVOS REMUNERADOS DEL BCRA
Los pasivos remunerados del BCRA (Leliqs y Pases) tuvieron un incremento muy importante durante la pandemia. Hay que tener en cuenta que se emitieron más de 7% del PBI para cubrir el déficit fiscal en 2020.
En diciembre de 2015, el stock de pasivos remunerados era de solo $ 320.000 millones equivalente al 5,6% del PBI.
Durante la gestión de Macri, el stock se incrementó fuertemente alcanzado a casi 11% del PBI, previo a la “corrida de 2018”. Posteriormente, sufrió una licuación por la aceleración inflacionarias y cerró en 5,1% en diciembre de 2019 ($ 1,1 billón de pesos).
Actualmente, el stock de pasivos remunerados se aproxima a los 11 billones de pesos (12% del PBI) y rinde una tasa de interés 75% anual (Tasa nominal anual). Es decir, una tasa de interés efectiva de 107%. El stock se duplica en menos de 12 meses.
ATRASO TARIFARIO
El atraso tarifario a fines de 2015, para el caso de la energía eléctrica, era muy importante. Para tener una idea de la magnitud, según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), en 2015 el precio promedio de la tarifa que pagaban los usuarios cubría sólo el 32% del costo.
En tanto, en 2019 ese numeró lleóo al 69% después de los ajustes que llevó adelante Mauricio Macri hasta la previa de las elecciones presidenciales.
Actualmente, según lo informado por OPC, el precio que pagan los usuarios alcanza a cubrir el 47% del costo de generación mayorista. Vale señalar que durante 2021 se continuó con una política de atraso tarifario y los precios regulados (37,7% interanual) crecieron muy por debajo de la inflación general (50,9% interanual).
SALARIOS Y JUBILACIONES
Si tomamos el salario RIPTE ( Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables) –expresado en pesos de diciembre de 2022 – a fin de 2015 se ubicaban en 252.800 pesos.
En diciembre de 2019, el nivel de salario RIPTE era de 198.439 pesos (21% menor a diciembre de 2015). Y actualmente, el salario promedio se ubica en 194.175 pesos, 23% por debajo de diciembre de 2015.
Con las jubilación mínima pasa algo similar, el haber jubilatorio mínimo actualmente es de $50.125. Mientras que en diciembre de 2015 era de 68.798 pesos y en diciembre de 2019 era de 56.132 pesos.
DEUDA EN PESOS
La discusión en las últimas semanas entre oficialismo y oposición se centró en la cuestión de la deuda en pesos. Es un punto clave para el próximo Gobierno. Actualmente el stock de deuda en pesos de corto plazo (2023 y 2024) alcanza los $19,9 billones (U$S 52.350 millones al “dólar blue). De los cuales 7 billones está en manos del sector privado y casi 13 billones son de acreedores públicos (BCRA, FGS de ANSES, entre otros). – ver gráfico-
Son números muy importantes y el perfil de vencimientos se “apilan” en la previa electoral: entre abril y julio, vencen $ 8,8 billones de pesos. En un escenario que se “cortara” el roll-over de la deuda, similar al que tuvo Guzmán en junio de 2022 , podría generar una disparada de la “brecha cambiaria” muy fuerte. Por eso, es vital que la oposición y oficialismo cooperen para evitar un escenario explosivo. Las declaraciones de la oposición deben ser prudentes para “calmar” a los mercados. El antecedente del reperfilameinto de la deuda en pesos durante la última etapa del Gobierno de Macri, implementado por Lacunza, le juega en contra a la oposición.