Con un pico de 53 puntos de rating, los candidatos del gobierno y la oposición se enfrentaron en un ring imaginario en el que los dos hicieron un balance autocomplaciente.
De entrada, Macri se mostró más seguro y apabulló a Scioli con ironías. Le dijo que parecía un panelista de 678, le reclamó no haber querido debatir con el resto de los candidatos y le reprochó su intento de presentarse como el “cambio” de la mano de Zannini, Kicillof y Aníbal Fernández.
A Scioli, en cambio, todo le costó más. Sorprendido por la agresividad de su contrincante, no pudo redondear nunca sus ideas antes de que se le terminar el tiempo. El gobernador bonaerense le reclamó a Macri que debate con él y le pidió lo imposible: que no lo trate como el heredero de los 12 años de administración kirchnerista que terminan el 10 de diciembre.
Recién a partir del tercer bloque Scioli pareció reaccionar y castigó a Macri por no haber acompañado las leyes más importantes del kirchnerismo. Además, el candidato del Frente para la Victoria profundizó uno de los ejes de su campaña: dijo que Macri planea un ajuste, una devaluación y volver a poner de rodillas a la Argentina ante el FMI.
El ex presidente de Boca negó que esté planeando un regreso a las recetas ortodoxas de los años noventa y dijo que el ajuste lo hizo el kirchnerismo. Pero quedó a la defensiva durante un buen rato.
Cuando el debate terminó, Macri y Scioli se mostraron satisfechos y sus partidarios se declararon vencedores. Pero el que venía rezagado en las encuestas era el candidato del gobierno y no logró derrotar claramente al líder de Cambiemos durante la hora y media del debate.