El paro de los gremios de transporte fue contundente como pocos y generó una demostración de fuerzas difícil de ignorar.
A cuatro meses de las elecciones primarias, el sindicalismo le envió un mensaje desafiante a toda la dirigencia política.
Los cortes de rutas y calles que realizaron el sindicalismo combativo y los partidos de izquierda esta vez casi no hicieron falta para garantizar el paro.
Aunque los reclamos y las críticas apuntan contra el kirchnerismo, los organizadores no se ilusionan con que la Presidenta cambie de opinión en la recta final de su mandato.
Desde temprano, la Casa Rosada admitió a su manera que el éxito de la medida era indiscutible. Fiel a la postura que mantiene desde hace cuatro años, el gobierno volvió a defender el impuesto a las ganancias y a ignorar el índice de inflación.
Sin embargo, la gran novedad del paro previo a la semana santa es la adhesión de gremios poderosos del sindicalismo kirchnerista. Bancarios, Alimentación, Luz y Fuerza y hasta filiales de la UOM del obediente Antonio Caló se plegaron a la huelga.
Con los gremios del transporte como punta de lanza, las dos CGT trabajan para unirse de cara a la discusión con el próximo gobierno. ¿Quién se beneficia y quién se perjudica si el sindicalismo se une y profundiza un plan de lucha antes de las elecciones?