El paro nacional que lanzaron los gremios del transporte se convirtió en un desafío para el gobierno en medio de la campaña.
La huelga de ferroviarios, colectiveros y aeronáuticos sumó la adhesión de sindicatos oficialistas y de los Gordos más cercanos a la Presidenta de la Nación.
Por primera vez ante una medida de fuerza, el jefe de la CGT oficialista Antonio Caló dio vía libre a los afiliados de la UOM para que participen del paro.
El ultracristinista Gerardo Martínez dijo que la UOCRA no se sumará a la huelga, pero admitió que tendrá una “gran adhesión” porque el Impuesto a las Ganancias es injusto.
El líder de los obreros de la construcción salió a discutir así con las palabras de Axel Kicillof.
La Casa Rosada repite que Ganancias afecta sólo al 10% de todos los trabajadores argentinos: 850.000 personas de un total de 11 millones.
En un giro de 180 grados, Aníbal Fernández se desmintió a sí mismo por la mañana y dijo que el paro de transporte es “político”.
Más tarde, se mostró junto con Axel Kicillof, el funcionario que -pese a su gaffe sobre la pobreza- sigue siendo candidato de Cristina para ocupar alguna de las formulas presidenciales del oficialismo.
Después de años de reclamar por lo mismo sin éxito, el sindicalismo quieren enviar un mensaje fuerte. La destinataria no es tanto la Cristina Fernández sino los candidatos que apuestan a ocupar su sillón a partir del 10 de diciembre.