El sindicalismo opositor se prepara para protagonizar el primer paro nacional del año. Los 22 gremios del transporte dieron el puntapié inicial, cuando anunciaron una huelga de 24 horas. Después se sumaron, la CGT opositora de Hugo Moyano, la CTA antikirchnerista de Pablo Michelli y la central de Luis Barrionuevo.
La medida tiene como eje principal la actualización del Impuesto a las Ganancias y cuenta con la adhesión de un gremio estratégico que tiene independencia de todas las centrales: los bancarios que conduce el radical Sergio Palazzo.
El entusiasmo entre los organizadores es tanto que se pretenden sumar incluso el respaldo del jefe del gremialismo kirchnerista, Antonio Caló.
En un giro discursivo, la Casa Rosada salió a darle la razón al reclamo pero anticipó que no habrá cambios.
El jefe de gabinete Aníbal Fernández consideró que los sindicalistas que representan a los trabajadores mejor pagos piden algo que es imposible de satisfacer.
La estrategia del gobierno es nuevamente la de enfrentar a los trabajadores de salarios más altos con los que siguen en la informalidad laboral, tras 12 años de kirchnerismo.
Sin embargo, los reclamos del sindicalismo opositor no sólo son un mensaje para los inquilinos de la Casa Rosada: apuntan sobre todo al próximo presidente.
