El superclásico entre Boca y River terminó con un escándalo que dejó heridos por todos lados.
Además de los jugadores agredidos, el partido en la Bombonera complicó a la dirigencia xeneize y al gobierno nacional.
El presidente de Boca Daniel Angelici quedó en el ojo de la tormenta por su relación con la barra brava.
Angelici es un todo terreno: delegado de Mauricio Macri en el club de la ribera, dueño de bingos en la provincia de Buenos Aires y operador en asuntos políticos a pedido de su jefe.
El primero en cuestionar los vínculos espurios entre La 12 y el macrismo fue Sergio Massa.
El candidato del Frente Renovador afirmó a través de twitter que en Boca se mezcla todo: lapolítica, el club y el futbol.
Las declaraciones del ex jefe de Gabinete parecieron evidenciar que el acercamiento entre el macrismo y el massismo no está tan cerca, como algunos quisieran.
Sin embargo, no sólo Macri salió perjudicado después del escándalo en La Bombonera.
La Casa Rosada volvió a intervenir a destiempo y de mala manera, a través de Sergio Berni.
El supersecretario de Seguridad afirmó que no había bengalas en la cancha y que el drone que sobrevoló con el fantasma de la B había sido activado a 800 metros de distancia del estadio: se equivocó en todo.
Ahora Berni –que además es candidato a gobernador en la provincia- quiere intervenir la AFA.
¿Tiene solución el problema de la violencia en el futbol? ¿La dirigencia política está dispuesta a romper su vínculo con las barras bravas?
